dimarts, de febrer 28, 2006

Duríssim, Manuel Trallero a La Vanguardia d'ahir



La zafiedad de Zapatero

El paso del tiempo está provocando al presidente del Gobierno español una especie de plan Pond's de belleza en siete días, pero al revés. Ya se le ha borrado la sonrisa de niño bueno, la imagen de metrosexual, la sonrisa de Bambi, el yerno que todos querríamos tener, el hombre al que le compraríamos un coche de segunda mano sin mirar el motor o le firmaríamos un seguro de vida sin leer la letra pequeña; ya no tenemos tropas en Iraq y los homosexuales pueden casarse. Perfectamente, de acuerdo, ¿y ahora qué? Cada día aumenta la sensación en mi fuero interno de que Zapatero tiene cada vez menos cosas que decir y, lo que es peor y mucho más preocupante, que cuantas menos diga mucho mejor para todos los demás.
No es que haya llegado a los niveles semánticos de la señora vicepresidenta del Gobierno, que en lugar de hablar parece que provoque un atropello sintáctico con su verbo estropajoso, pero la levedad del ser, su incosistencia gramatical y su grosor intelectual apenas perceptible conducen a la vacuidad, a la trivialidad y por ende a la vanidad que rodea a los supuestos grandes hombres. Estamos ante un verdadero agujero negro en forma de presidente del Gobierno, que da a estas alturas una imagen hueca como una cáscara vacía, un spot publicitario, hasta un dibujo animado, si quieren, pero nada más.
La penúltima hazaña de esta especie de Guerroro del Antifaz en su lucha a muerte contra los norteamericanos y contra las fuerzas del mal fue proclamar en la acostumbrada comparencencia después del Consejo de Ministros el principio del fin de ETA. Fue algo glorioso ver el intento de apuntarse el tanto, del triunfo del partido, antes, mucho antes de que el encuentro se empezase a jugar. A las veinticuatro horas ETA envió literalmente a paseo al presidente diciendo que no había nada de nada, pero es que nada y puso unas cuantas bombas para cerciorarlo. El señor Felipe González -aquello era otra cosa, tanto que hasta se hizo amigo de Helmut Kohl- le espetó a bocajarro: "Si uno tiene que hacer una negociación secreta, ésta no puede aflorar a la opinión pública hasta que no hay los suficientes puntos de irreversibilidad que hagan imposible volver atrás en el proceso". Se puede decir más alto pero no más claro. Pero Zapatero no se dio por enterado y siguió erre que erre queriendo pasar a la historia, un intento soberbio de querer salir en la foto a toda costa cuando no hay foto, algo así como tirarse a la piscina vacía.
Sin embargo, donde creo que el señor presidente ha logrado entrar por su propio pie en el Guinness fue cuando en conversación con la madre de Irene Villa, amputada, víctima de un atentado terrorista y cuando la madre se explayaba en su dolor, el señor presidente del Gobierno de España, ¿saben ustedes lo que le respondió?: "Te comprendo muy bien porque a mí también me fusilaron al abuelo" como la canción de Víctor Manuel con el "abuelo picador allá en la mina". Uno no sabe qué es peor, si la simple mala educación o la estulticia. El talante ha hecho estragos, el buen rollete entre colegas ha acabado por cegarnos. Por lo visto, decir que aceptaría el Estatut del Parlament y después decir que nunca lo dijo no es mentir, lo que se dice mentir sólo lo hizo el señor Aznar con las armas de destrucción masiva de Saddam o con el Prestige. ¿Cuándo se nos caerá la venda a todos? Por cierto, yo voté a Zapatero y publiqué un libro titulado Contra el PP. No, por nada.