diumenge, d’abril 16, 2006

Quien tuvo, retuvo y guardo para la inmortalidad

Em compro un llibret que feia molt de temps que tenia oblidat: El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte. Començo a llegir... Caram!

Hegel observa en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal acontecen, por así decirlo, dos veces. Olvidó añadir que, una vez, como gran tragedia, y la otra, como lamentable farsa (...) ¡El dieciocho Brumario del genio por el dieciocho Brumario del idiota!

Inevitablement penso en la segona -diuen- transició de per aquí i la seva dosi de naftalina republicana. L'insult és de Marx, jo me l'hauria estalviat; de fet, el mateix Marx va autocensurar tant l'elogi com l'insult en una posterior edició, on parla pulcrament de "sobrino" i "tío". Sí, ara penso en una altra relació familiar.

De fet, però, només volia posar de manifest el vigor de la prosa de Marx i la grandesa de la seva capacitat analítica.

Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su voluntad, bajo condiciones elegidas por ellos mismos, sino bajo condiciones directamente existentes, dadas y heredadas. La tradición de todas las generaciones muertas gravita como una pesadilla sobre el cerebro de los vivos. E incluso cuando parecen ocuparse de cambiar las cosas y a sí mismos, y crear lo que no estaba, precisamente en estas épocas de crisis revolucionarias invocan temerosamente los espíritus del pasado para servirse de ellos, toman prestados sus nombres, sus consignas de batalla y sus trajes, para representar, engalanados con esta vestimenta venerable y con este lenguaje fiado, la nueva escena de la historia universal.


En aquellas revoluciones (la francesa i l'anglesa anterior de Cromwell), la resurrección de los muertos servía, por tanto, para enaltecer las nuevas batallas, no para caricaturizar las antiguas; para engrandecer en la fantasía la misión presente, no para rehuir su cumplimiento en la realidad; para encontrar el espíritu de la revolución, no para dejar vagar otra vez su espectro.


Aquí penso en la diferència entre revolució i còmoda transició. Que consti que jo em decanto sempre per la comoditat. La transició espanyola va tenir almenys la virtut d'estalviar-nos, en el seu oblit, tant la tragèdia com la farsa.