dissabte, de febrer 17, 2007

Llegint Quevedo, juntando pañales y mortaja


Diu:

Señor don Manuel, hoy cuento yo cincuenta y dos años, y en ellos cuento otros tantos entierros míos. Mi enfancia murió irrevocablemente; murió mi niñez, murió mi juventud, murió mi mocedad; ya también falleció mi edad varonil. Pues ¿cómo llamo vida una vejez que es sepulcro, donde yo propio soy entierro de cinco difuntos que he vivido? ¿Por qué, pues, desearé vivir sepoltura de mi propia muerte, y no desearé acabar de ser entierro de mi misma vida? Hanme desamparado las fuerza; confiésanlo, vacilando, los pies, temblando las manos; huyóse el color del cabello, y vistióse de ceniza la barba; los ojos, inhábiles para recibir la luz, miran noche; saqueada de los años la boca, ni puede disponer el alimento ni gobernar la voz; las venas para calentarse, necesitan de la fiebre; las rugas han desmoldado las facciones; y el pellejo se ve disforme con el dibujo de la calavera, que por él se trasluce. Ninguna cosa me da más horror que el espejo en que me miro." (Epíst., p. 317)

Avui compto jo cinquanta-dos anys i, vés per on, m'ha donat per obrir el llibre de Quevedo, que és un dels meus llibres més estimats. I, a la primera página, trobo aquesta terrible notícia del seu aniversari. Casualitat que deixo córrer només esmentada perquè em carrega la poètica de l'atzar, pura banalitat estètica. El cinquantejar de don Francisco no és el meu, i encara penso que he assistit a més enterraments d'altri que no propis; però, sense fatxenderies, caldrà reconèixer que la minuciosa concreció, cruel i precisa, de la mort quevedesca m'ha produït esgarrifances. Una mort mirada, una mort davant del mirall, amb ulls que miren nit. Passi-ho bé, don Francisco, cuito a tancar el llibre i a recloure'l al lloc més alt i obscur i polsegós de la llibreria. Passi-ho bé, que el mirall em reclama encara amb coqueteria. Així que abandono Quevedo i el susbtitueixo per uns quevedos nous de trinca, de disseny italià, que m'afavoreixen prou i dels quals manllevo una imatge nítida, lluminosa... Ai las.

11 comentaris:

Gregorio Luri ha dit...

Felicitats.

I el consol gens cínic dels veros del poeta:

"Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
-mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua,
fugaz como un reflejo".

Gregorio Luri ha dit...

... dels versos 'veros' (en tot cas)

lola ha dit...

Caram. Moltes gràcies, jove. Un bon i ver poema, que a més desconeixia, és un magnífic regal. Qui és el poeta?

Lola

Gregorio Luri ha dit...

"Pandémica y Celeste"

Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos hombre a hombre, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que te voy a enseñar un corazón,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo,
hipócrita lector -mon semblable,-mon frère!

Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo
quien me tira del cuerpo a otros cuerpos
a ser posiblemente jóvenes:
yo persigo también el dulce amor,
el tierno amor para dormir al lado
y que alegre mi cama al despertarse,
cercano como un pájaro.
¡Si yo no puedo desnudarme nunca,
si jamás he podido entrar en unos brazos
sin sentir -aunque sea nada más que un momento-
igual deslumbramiento que a los veinte años !
Para saber de amor, para aprenderle,
haber estado solo es necesario.
Y es necesario en cuatrocientas noches
-con cuatrocientos cuerpos diferentes-
haber hecho el amor. Que sus misterios,
como dijo el poeta, son del alma,
pero un cuerpo es el libro en que se leen.

Y por eso me alegro de haberme revolcado
sobre la arena gruesa, los dos medio vestidos,
mientras buscaba ese tendón del hombro.
Me conmueve el recuerdo de tantas ocasiones...
Aquella carretera de montaña
y los bien empleados abrazos furtivos
y el instante indefenso, de pie, tras el frenazo,
pegados a la tapia, cegados por las luces.
O aquel atardecer cerca del río
desnudos y riéndonos, de yedra coronados.
O aquel portal en Roma -en vía del Balbuino.
Y recuerdos de caras y ciudades
apenas conocidas, de cuerpos entrevistos,
de escaleras sin luz, de camarotes,
de bares, de pasajes desiertos, de prostíbulos,
y de infinitas casetas de baños,
de fosos de un castillo.
Recuerdos de vosotras, sobre todo,
oh noches en hoteles de una noche,
definitivas noches en pensiones sórdidas,
en cuartos recién fríos,
noches que devolvéis a vuestros huéspedes
un olvidado sabor a sí mismos!
La historia en cuerpo y alma, como una
imagen rota,
de la langueur goûtée à ce mal d'être deux.
Sin despreciar
-alegres como fiesta entre semana-
las experiencias de promiscuidad.

Aunque sepa que nada me valdrían
trabajos de amor disperso
si no existiese el verdadero amor.
Mi amor,
íntegra imagen de mi vida,
sol de las noches mismas que le robo.

Su juventud, la mía,
-música de mi fondo-
sonríe aún en la imprecisa gracia
de cada cuerpo joven,
en cada encuentro anónimo,
iluminándolo. Dándole un alma.
Y no hay muslos hermosos
que no me hagan pensar en sus hermosos muslos
cuando nos conocimos, antes de ir a la cama.

Ni pasión de una noche de dormida
que pueda compararla
con la pasión que da el conocimiento,
los años de experiencia de nuestro amor.
Porque en amor también
es importante el tiempo,
y dulce, de algún modo,
verificar con mano melancólica
su perceptible paso por un cuerpo
-mientras que basta un gesto familiar
en los labios,
o la ligera palpitación de un miembro,
para hacerme sentir la maravilla
de aquella gracia antigua,
fugaz como un reflejo.

Sobre su piel borrosa,
cuando pasen más años y al final estemos,
quiero aplastar los labios invocando
la imagen de su cuerpo
y de todos los cuerpos que una vez amé
aunque fuese un instante, deshechos por el tiempo.
Para pedir la fuerza de poder vivir
sin belleza, sin fuerza y sin deseo,
mientras seguimos juntos
hasta morir en paz, los dos,
como dicen que mueren los que han amado mucho.


Jaime Gil de Biedma

lola ha dit...

Magnífic.

Lola

Anònim ha dit...

Després del regal del Luri potser hauria de callar. En qualsevol cas, tot i que una mica tard, per molts anys!

lola ha dit...

No, no calléssis pas, que em fa molt il.lusió. Vés.


Lola

Teresa Amat ha dit...

Per molts anys, Lola! (tard, però els aniversaris també tenen capvuitada, no?). Cinquantegem millor que Quevedo, coi! :-)

lola ha dit...

Gràcies, maca. Aquest Quevedo té massa mala baba.

Lola

Ferran Caballero ha dit...

Felicitats Lola! I perdoni però la puntualitat no és una de les meves millors virtut.

lola ha dit...

Ferrancab, sou molt d'agrair els impuntuals en aquests casos, perquè permeteu anar dilatant la festa; com aniversaris fastuosos de prínceps orientals que duren setmanes, mesos...

Lola