dijous, de febrer 02, 2006

De porc i de senyor, se n'ha de venir de mena


Dinamarca i els nazis

Difícil resulta vencer la tentación de recomendar que esta historia sea de obligada enseñanza a todos los estudiantes de ciencias políticas, para que concozcan un poco el formidable poder de la acción no violenta y de la resistencia, ante un contrincante que tiene medios de violencia ampliamente superiores (...) solamente Dinamarca se atrevió a hablar claramente (sobre els jueus) del asunto a sus amos alemanes (...) Cuando los alemanes les propusieron, con gran cautela, que se diera la orden implantando el distintivo amarillo, recibieron la escueta respuesta de que el rey sería el primero en ostentarla (...) Himmler no contaba con que -además del hecho de la resistencia danesa- los oficiales alemanes que habían vivido largo tiempo en el país ya no eran los mismos, que habían cambiado profundamente (...)

Política y psicológicamente el más interesante aspecto de este capítulo (que he trossejat lamentablement i que recomano a tothom de llegir sencer) quizá sea el papel interpretado por las autoridades alemanas en Dinamarca, es decir, el evidente sabotaje que hicieron a las órdenes recibidas desde Berlín. Éste es el único caso de que tenemos noticias en que los nazis se enfrentaron con una resistencia "abierta" por parte de los ciudadanos del país, y el resultado parece ser que aquellos que se enfrentaron con tal resistencia modificaron la actitud al principio adoptada. Los propios nazis dejaron de considerar que el exterminio de todo un pueblo era cosa cuya realización no cabía poner en tela de juicio. Cuando se enfrentaron con una resistencia basada en razones de principio, su "dureza" se derritió como mantequilla puesta al fuego, e incluso dieron muestras de cierta auténtica valentía. Que el ideal de "dureza", salvo quizá en el caso de unos cuantos brutos medio dementes, no era más que un mito conducente a engañarse a uno mismo, y que ocultaba el cruel deseo de sumirse en un estado de conformidad a cualquier precio, quedó demostrado en el juicio de Nuremberg, en el que los acusados se traicionaron y se acusaron entre sí (...)

Hanna Arendt, Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. Ed. Lumen, Barcelona 1999, pàg. 258 a 264.

Quasi la totalitat de jueus danesos o residents a Dinamarca van salvar la pell.